Anoche soñé que iba paseando por Bolonia cuando súbitamente se me aparecieron J.L. y J.B.C.i.C., dos duendecillos que se sentaron sobre mi hombro derecho e izquierdo, respectivamente, y empezaron a susurrarme al oído.
J.L.: Víctor, sé que dudas. Que otra vez te planteas si merece la pena aventurarte a enseñar “de otra forma”. Sé que temes que no salga bien. Pero, ¿qué importa? Además, ¿qué significa “bien”? Como plantea Fullan, los cambios más difíciles, los que afectan a las formas de pensar, son los únicos cambios reales, los únicos que merecen la pena. Lo demás es un cambio Lampedusiano. Y ya sabes lo que dice Savater: la educación es optimismo. Haces bien en no renunciar al mandato de actuar creyendo que las cosas pueden mejorar. Sabes que no es fácil, que los cambios reales cuestan tiempo, y esfuerzo. Pero no lo dejes y, sobre todo, no desconfíes de tus estudiantes. Están deseando tener oportunidades para protagonizar su aprendizaje. Puede que cueste, sobre todo al principio, pero, como dice Gimeno Sacristán "ninguna dificultad técnica debería contraponerse a una finalidad ética". Así que sé coherente. Confía en ti mismo y en ellos. Quizá, sólo quizá, puedas así contribuir a que confíen en sí mismos, a que desarrollen sus capacidades, a que mejoren como ciudadanos y como profesionales. En todo caso, ¿no te parece que merece la pena intentarlo?
J.B.C.i.C.: Víctor, ¿quién te manda a ti meterte a cambiar nada? ¿Quién eres tú para hacerlo? ¿Tan arrogante te has vuelto? Además, ya sabes que no se puede. Son demasiados, hay poco tiempo y, sobre todo, no quieren. Habrá conflicto, te engañarán, saldrán decepcionados. ¡Pero si son ellos los primeros que no quieren, los que más se resisten! Quieren una vida cómoda, como la mayoría de la gente (¿o es que tú no?). La mayoría no leen y no les preocupa lo más mínimo tu asignatura. Pero harán lo que sea con tal de evitarse un examen, incluso hacerte creer que
lo que de verdad les importa es aprender. No te lo tomes como nada personal, pero sé realista. Las cosas son así. A la universidad se viene voluntariamente. Esto no es la escuela. Es la academia y tú, sencillamente, debes transmitir el temario y evaluar de la forma más sencilla posible si lo han adquirido. Eso es todo. De lo contrario, trabajarás como una mula y total, ¿para qué?… Para poco o para nada. Dedícate a lo importante para ti: a investigar, a publicar. No pierdas más tiempo. Tu vida, y la de ellos, será mejor. Créeme.
Me desperté agitado, pero luego me tranquilicé y me puse a preparar las clases.